dimecres, 14 de setembre del 2016

“EVITAR” vs “HABITAR” EL CUERPO (Primera parte)


Que nuestra cultura ha evolucionado hacia lo mental, es innegable; la rapidez, la competitividad, la imposición de un ideal estético, etc. nos han alejado de nuestro cuerpo, ignorando la valiosa información que nos da continuamente de nuestro estado y nuestras necesidades o carencias, condicionándonos a residir en la mente, a la búsqueda de un supuesto “ideal de felicidad”. 


Sólo hay que ver como aguantamos el dolor que nos provocan en los pies esos zapatos con ese talón de vértigo tan a la última moda que nos hemos comprado, o las largas sesiones en el gimnasio que se parecen más a una tortura que a una necesidad real de activar el aparato locomotor, para tomar conciencia de que evitamos sentir al cuerpo y sus señales.


La televisión, el cine, la publicidad e internet, además de bombardearnos con estos mensajes, nos han situado en un mundo donde los estímulos nos llegan predominantemente a través de lo visual, quedando todo el resto del cuerpo en un pasivo segundo plano.

Todo esto ha llevado a muchos de nosotros a desconectar de nuestro cuerpo, evitando sentir los mensajes que de él nos llegan. Desconectar del cuerpo nos conduce al desequilibrio, y si esta desconexión del cuerpo es muy fuerte o muy prolongada, pueden aparecer síntomas de muchos tipos como el estrés, la ansiedad, el nerviosismo, la tensión muscular, etc.



Una de las formas de recuperar el equilibrio y volver a sentir que los sistemas funcionan interrelacionados como un todo es volviendo a habitar el cuerpo. El desarrollo de la propia conciencia corporal nos ayudará a ello sin duda.



La conciencia corporal es fundamental para el desarrollo físico y psicológico normal del ser humano y para su adaptación al medio que lo rodea. Sin ella el niño no podría comprender que es un ser diferente del mundo que lo rodea, como tampoco podría vivir la relación dinámica de su mundo interior con el mundo exterior.



Es difícil encontrar una definición de conciencia corporal, pero según Maslow, Gallagher y Frostig podemos dividir la conciencia corporal en:

 

 
CONCEPTO CORPORAL (“Lo que es el cuerpo”)



Es el conocimiento, intelectual y vivencial, de que el cuerpo humano está compuesto de huesos, músculos, órganos y demás, y que poseemos extremidades superiores e inferiores, dos orejas, una nariz, etc.
 


ESQUEMA CORPORAL (“El uso del cuerpo”)



El esquema corporal se desarrolla a medida que el ser humano aprende a desenvolverse con su cuerpo para realizar todos los movimientos y mantener la postura. El esquema corporal está constituido por procesos subconscientes y juega un rol dinámico en el manejo de las posturas y los movimientos que realiza la persona en su vida cotidiana. 




IMAGEN CORPORAL (“El cuerpo como lo sentimos”)



La imagen corporal se forma por las experiencias vitales, los procesos mentales y los sentimientos, creencias y emociones por los cuales el ser humano se relaciona con el mundo que le rodea. La imagen corporal está bajo la influencia de las características físicas de una persona, lo que ésta siente de sí misma, su percepción de lo que otros sienten por o sobre él, sus estados de ánimo y actitudes.




Así pues, la conciencia corporal es la suma del conocimiento, consciente o no, que tenemos de como es y como funciona nuestro cuerpo, más la representación consciente, pero siempre parcial, que nos hemos hecho del mismo.



Teniendo un buen conocimiento de nuestra anatomía, observando atentamente como funciona nuestro cuerpo y de qué manera se interrelacionan las partes con el todo, podremos recuperar e incluso aumentar nuestra conciencia corporal con los beneficios que esto conlleva.




Autor:  Josep Ferrer

dilluns, 29 d’agost del 2016

DINAMIZACIÓN MOTORA

El Método Kynalis

Desde el inicio de la creación del método Kynalis hemos buscado cómo aportar al cliente algo más que un masaje.
Sabemos que con un masaje se obtienen beneficios para la salud, también somos conscientes que estos, con el tiempo y por nuestros hábitos posturales, esfuerzos, movimientos repetitivos en el trabajo y/o en la práctica del deporte, etc. pueden irse difuminando, y precisamente este hecho era uno de los puntos débiles que queríamos mejorar.
Una de las características que encontramos al hacer las sesiones de Kynalis es que el cliente va a ser parte activa del proceso, colaborando con el masajista antes incluso de tumbarse en la camilla. Para afianzar estas mejorías que aparecen con las sesiones hemos incluido dentro de la técnica Kynalis el apartado de la Dinamización Motora (DM).


 Figura n.1


El objetivo de la DM es ofrecer la información adecuada a los sistemas nervioso y músculo-tendinoso para conseguir un mayor conocimiento y aprendizaje sobre la utilización y el control de la estructura corporal. En la consulta se enseñan los movimientos idóneos para afianzar los cambios obtenidos durante la sesión. De esta forma el proceso de implicación del individuo sigue activo, una vez terminada la sesión y le ayudamos a acercarse al objetivo final que le llevó a ponerse en manos del masajista.

La Dinamización Motora y el Tejido Fascial

La fascia es un tejido que trabaja de forma distinta al músculo, aunque forma parte del buen funcionamiento de éste. Un ligero acortamiento o tensión en el tejido fascial puede cambiar el comportamiento del músculo al que envuelve modificando el funcionamiento biomecánico del cuerpo. Así pues, este desequilibrio puede manifestarse tanto en la zona directamente afectada como en otra zona del cuerpo.
Por tanto, en camilla trabajaremos conjuntamente con ambos tejidos. El profesional trabajará directamente sobre la fascia y el músculo, y la persona lo hará sobre el músculo, activándolo al realizar los movimientos que le indica el masajista, haciendo que sea un masaje muy activo.

Las indicaciones sobre el movimiento que la persona va aplicando a lo largo de la sesión, despiertan una nueva conciencia en la estructura corporal, que la persona suele experimentar nada más bajar de la camilla. Para que estos cambios perduren más en el tiempo la Dinamización Motora nos aportará, si así la persona lo desea, unas secuencias de movimientos que el cliente debe mantener en su día a día. Son pequeñas rutinas que ayudaran a afianzar los nuevos cambios que hemos conseguido durante las sesiones.

Figura n.2

Descripción de las imágenes
El ejercicio que se muestra en las imágenes es un ejercicio que trabaja la movilidad de la cadera. El objetivo se centra en la búsqueda del aumento de la movilidad en los rotadores internos cuando la cadera está en extensión (Figura n.1) y de los rotadores externos cuando la cadera está en flexión (Figura n.2).
Este ejercicio lo realizará el cliente después de la sesión en que se ha trabajado la cadena de los rotadores de la cadera, con el objetivo de  afianzar el trabajo conseguido en la camilla.


Texto:   Xavi Méndez
             Josep Ferrer

dijous, 12 de maig del 2016

DONDE CREES QUE ESTÁ...... ¡¡¡NO ESTÁ!!!




Esta célebre afirmación, popularizada por la insigne terapeuta Ida Rolf, encierra una verdad que muchas veces nos pasa desapercibida. A lo largo de mi trayectoria profesional he aprendido a no dar por sentado que voy a solventar una disfunción, por muy evidente, simple y frecuente que parezca el caso que me presenta una persona cuando acude a mi consulta.
Y es que, cuando un cliente acude a nuestro gabinete aquejándose de molestias en una cierta parte del cuerpo, nuestra inercia inicial es dirigirnos hacia el punto del dolor para intentar solventar ese malestar acuciante. Esta inercia natural, nos impide realizar una observación del caso desde una perspectiva más amplia, olvidando que esas molestias pueden ser reactivas a disfunciones que se encuentran en otra zona del cuerpo, en ocasiones muy alejada del punto donde han saltado las “alarmas”. 

Un claro ejemplo de este cuadro de dolor reactivo serían las molestias cervicales ante una rectificación de la lordosis de las vértebras cervicales (ver figura n.1).

Figura n.1



En esta imagen podemos observar una rectificación cervical, y como la lordosis cervical no sólo ha desaparecido, sino que existe una cierta cifosis en las vértebras cervicales medias.

Generalmente, una rectificación cervical aparece después de un traumatismo donde ha habido una compresión de las facetas articulares de las vértebras cervicales y, al inflamarse, han provocado la rectificación para crear espacio entre ellas y aliviar la inflamación*. Este cuadro es más frecuente en personas con un cuello largo y fino, que en las personas que poseen un cuello más corto y robusto. Este cuadro es un mecanismo defensivo que aparece ante una situación de peligro para la columna. La musculatura responsable de mantener en esta posición a las vértebras cervicales no es otra que la musculatura prevertebral (ver figura n.2).    

Figura n.2


1.Largo de la cabeza, 2.Largo del cuello



Los músculos largo de la cabeza y largo del cuello, que están situados por delante de las vértebras cervicales, son los principales responsables del mantenimiento de la rectificación del cuello.

Efectivamente, serán los músculos que se ubican justo en la cara anterior de los cuerpos vertebrales los que provocarán la rectificación. Los músculos largo de la cabeza y largo del cuello, al flexionar el cuello y la cabeza y flexionar las vértebras entre si, crean espacio en las carillas articulares, liberando la compresión y aliviando el dolor. Si, una vez desaparecido el cuadro inflamatorio y, por motivos diversos, se mantuviera el patrón muscular, esta musculatura entrará en hipertonía y mantendrá la rectificación de la lordosis cervical, aun cuando la causa inicial ya no esté presente.

Cuando este cuadro, una vez desaparecida la inflamación, se mantiene en el tiempo, crea un patrón postural nuevo para la persona. Ante este nuevo patrón la musculatura situada en la cara posterior del cuello entrará en espasmo defensivo intentando extender el cuello para recuperar la lordosis cervical y su normal fisiología (ver figuras n.3 y 4).

 Figura n.3                                       Figura n.4

Figura n.3: 1.Esplenio de la cabeza

Figura n.4: 1. a 4. Músculos suboccipitales, 5. Rotadores vertebrales largos y cortos del cuello, 6. Semiespinoso de la cabeza.

Cuando esta musculatura posterior del cuello, que se encuentra en desventaja mecánica pues se halla estirada por la flexión cervical y trabajando en excéntrico, no pueda conseguir normalizar a las cervicales, entrará también en espasmo. Estos músculos serán los primeros que se “quejarán” provocando malestar y molestias en la cara posterior del cuello, quedando la musculatura prevertebral, la principal causante del problema, en un segundo y “silencioso” plano.

Aquí es cuando aparece la paradoja que da título a este artículo; si seguimos nuestra inercia de trabajar donde la persona nos relata su malestar, podemos encontrarnos con que habremos trabajado durante varias sesiones la musculatura de la cara posterior del cuello, sin conseguir mitigar ni un ápice los síntomas del malestar, e incluso en muchos casos, los síntomas empeoran sin que le encontremos un sentido aparente.

Un ojo entrenado en el análisis postural, el relato de la persona que nos indica que puede estar presente un cuadro de rectificación del cuello y la palpación  de la musculatura prevertebral, nos puede hacer intuir la presencia de una deslordosis cervical, que en el mejor de los casos una radiografía nos confirmará.

Una vez confirmada la rectificación cervical, el abordaje de la sintomatología de este estrés postraumático, será liberar primero a la musculatura situada en la cara anterior del cuello, para ir progresivamente devolviendo el tono, longitud y fisiología a la musculatura extensora del cuello y cabeza.


* Las causas de la aparición de la rectificación cervical pueden ser múltiples, por lo que debemos asegurarnos que se ha descartado todo tipo de lesión mediante un diagnóstico realizado por personal sanitario.

Autor:  Josep Ferrer
Fotos:  Josep Ferrer