Que nuestra
cultura ha evolucionado hacia lo mental, es innegable; la rapidez, la
competitividad, la imposición de un ideal estético, etc. nos han alejado de
nuestro cuerpo, ignorando la valiosa información que nos da continuamente de
nuestro estado y nuestras necesidades o carencias, condicionándonos
a residir en la mente, a la búsqueda de un supuesto “ideal de felicidad”.
Sólo hay que ver
como aguantamos el dolor que nos provocan en los pies esos zapatos con ese
talón de vértigo tan a la última moda que nos hemos comprado, o las largas
sesiones en el gimnasio que se parecen más a una tortura que a una necesidad
real de activar el aparato locomotor, para tomar conciencia de que evitamos
sentir al cuerpo y sus señales.
La televisión,
el cine, la publicidad e internet, además de bombardearnos con estos mensajes, nos
han situado en un mundo donde los estímulos nos llegan predominantemente a
través de lo visual, quedando todo el resto del cuerpo en un pasivo segundo
plano.
Todo esto ha llevado a muchos de nosotros a desconectar de nuestro cuerpo, evitando sentir los mensajes que de él nos llegan. Desconectar del cuerpo nos conduce al desequilibrio, y si esta desconexión del cuerpo es muy fuerte o muy prolongada, pueden aparecer síntomas de muchos tipos como el estrés, la ansiedad, el nerviosismo, la tensión muscular, etc.
Todo esto ha llevado a muchos de nosotros a desconectar de nuestro cuerpo, evitando sentir los mensajes que de él nos llegan. Desconectar del cuerpo nos conduce al desequilibrio, y si esta desconexión del cuerpo es muy fuerte o muy prolongada, pueden aparecer síntomas de muchos tipos como el estrés, la ansiedad, el nerviosismo, la tensión muscular, etc.
Una de las formas de recuperar el equilibrio y volver a sentir que los sistemas funcionan interrelacionados como un todo es volviendo a habitar el cuerpo. El desarrollo de la propia conciencia corporal nos ayudará a ello sin duda.
La conciencia corporal es fundamental para el desarrollo físico y psicológico normal del ser humano y para su adaptación al medio que lo rodea. Sin ella el niño no podría comprender que es un ser diferente del mundo que lo rodea, como tampoco podría vivir la relación dinámica de su mundo interior con el mundo exterior.
Es difícil encontrar una definición de conciencia corporal, pero según Maslow, Gallagher y Frostig podemos dividir la conciencia corporal en:
CONCEPTO CORPORAL (“Lo que es el cuerpo”)
Es el conocimiento,
intelectual y vivencial, de que el cuerpo humano está compuesto de huesos,
músculos, órganos y demás, y que poseemos extremidades superiores e inferiores,
dos orejas, una nariz, etc.
ESQUEMA CORPORAL (“El uso del cuerpo”)
El esquema corporal se
desarrolla a medida que el ser humano aprende a desenvolverse con su cuerpo para
realizar todos los movimientos y mantener la postura. El esquema corporal está
constituido por procesos subconscientes y juega un rol dinámico en el manejo de las posturas
y los movimientos que realiza la persona en su vida
cotidiana.
IMAGEN CORPORAL (“El cuerpo como lo sentimos”)
La imagen corporal se
forma por las experiencias vitales, los procesos mentales y los sentimientos,
creencias y emociones por los cuales el ser humano se relaciona con el mundo
que le rodea. La imagen corporal está bajo la influencia de las características
físicas de una persona, lo que ésta siente de sí misma, su percepción de lo que
otros sienten por o sobre él, sus estados de ánimo y actitudes.
Así pues, la conciencia corporal
es la suma del conocimiento, consciente o no, que tenemos de como es y como funciona
nuestro cuerpo, más la representación consciente, pero siempre parcial, que nos
hemos hecho del mismo.
Teniendo un buen conocimiento de
nuestra anatomía, observando atentamente como funciona nuestro cuerpo y de qué
manera se interrelacionan las partes con el todo, podremos recuperar e incluso
aumentar nuestra conciencia corporal con los beneficios que esto conlleva.
Autor: Josep Ferrer